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20 julio 2009

De síntomas y signos

Bellas damas: Estamos asistiendo a una era de cobardes?
Se ha hablado mucho de la generación de la llave, me gustaría introducir un nuevo anexo a la postmodernidad, la generación pusilánime.
He aquí a caballeretes que pavonean una seguridad inventada, los que venden simulacros, incluso humo. Todos están en crisis, ninguno se salva. Y eso en principio sería maravilloso, las crisis deberían implicar algún tipo de crecimiento, posibilidad de avanzar, de aprender y ser más sabios. Lástima que éstos sólo se esfuerzan en taponarlas, mantenerlas a raya buscando fuera lo que no se atreven dentro.
Muchos son curiosos lectores de esta manivela y a ellos va dirigida la reflexión de hoy, no porque dejen huella precisamente sino porque favorecen el campo de experiencia. A quien corresponda sentirse así se sabrá aludido.
Como el que se quemó con leche, ve una vaca y huye, así agradezco el que enciendan mi hoguera de premisas.
Carentes de labor sobre si mismos, paseantes de una vida que no parece la suya, simples espectadores de sus miserias, no se enteran todavía de qué va la cosa. Increíblemente cándidos alardeando de encantamientos, son incapaces de la conquista. Nunca serán dueños más que de sus sobras. Extremadamente generosos en su egocentrismo y migajas.
No se confundan, no hago apología del feminismo ni adolezco de misandria. Los extremos son macabros. Sólo hablo de ellos, de los que pertenecen a la generación gallina, hoy les ha tocado.
En otra ocasión exaltaré las virtudes de los hombres de verdad, esos que muchas dicen que están casados o son gays.
También puedo hablar de ellas, las de la era living la vida loca.
Pero hoy, hoy que estoy en caliente, no podía dejar pasar la oportunidad de sentar las bases de la descripción de tan singular síndrome.
Cobardes, temerosos, espantadizos, asustadizos, pávidos, aprensivos, capones, recelosos, rajados, huidizos, babosos, miedosos, menguados, timoratos, cortos, amilanados, despavoridos, atemorizados, apocados, blandos, encogidos. Creo que son sinónimos suficientes, aunque más de una no necesitará tanta jerga.
Prometo proporcionar las pautas que ellos siguen (no hay innovación en ninguno, creanme) y cómo identificar patrones que preserven del desencanto.
Un cigarro, por favor.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Lo bordas guapa.Si señora.Enhorabuena por tu lucidez.
Un saludo.
Carmen B.

Claudia Souza dijo...

Alguien me comentó que no estamos frente a la era de los cobardes sino de nosotras, las mujeres. Tengo que decir una vez más que creo firmemente en la igualdad. Los varones, señoras, se expresan de otra manera a la nuestra. No voy a referirme a igualdad laboral, de derechos y ese largo etcétera que está hoy en día tan trillado. Hablo de maneras de andar por la vida, maneras de sentir y de expresarse, naturalmente diferentes e igualmente respetables. Eso si, sólo las respetables.
No me gusta pedir disculpas por mi intensidad, nunca voy a hacerlo. Sólo aclarar que muchos de los que se han sentido identificados en algo de lo que haya dicho o creyeran que iba para ellos (ya me han llegado señales) no tienen más que seguir andando. No es a mi a quien le pesa mi vehemencia, aunque siempre hay quien la entiende por locura.
La ternura es algo innato pero también hay que ganársela.