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09 junio 2011

La Cicatriz (VIII) "Camino final"


"...Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera. Como una romana, para concordar con las grandes olas y las rocas muertas, y las anchas playas que ciñen el mar." Alfonsina Storni.
Imágen: "Gala de espaldas". Salvador Dalí
Decía Gabo que las cosas no son como pasaron, sino como se recuerdan.
Hay emociones que imprimen la memoria de tal forma que uno ya no es que se acuerde, es que sólo siente los recuerdos.
De la última vez que fui intervenida poco puedo traer a la conciencia. Sería el umbral de dolor que ya estaba crecido y resignado, o sería que sólo quise concentrarme en el instante en que me dieron el alta, cuando con doce años salí por mi propio pie del hospital.
Lo que atesoro vividamente después de tanto tiempo es la inmensa felicidad del momento, la increíble liviandad de mi cuerpo, un cuerpo que empezaba a vislumbrar rasgos de la mujer en que me convertiría. La sensación de libertad que empezó a acompañarme, y la vida queriéndoseme salir por cada poro y cada hueso. Sana, hermosa, libre caminando segura y poderosa con la vida por delante.
Desde entonces se quedó conmigo una cicatriz. Una marca rosada y profunda surcando mi espalda en meridiano. Y al igual que mi cuerpo, esa huella también tuvo que sanar, ser aceptada y asumida como la parte mía que era. Me descubrí escondiéndola durante tantísimo tiempo. Me observé en histeria ante el menor contacto casual, ante cualquier roce.
Hoy me reconozco en ella. Casi imperceptible en la hendidura de mi espalda pero como huella indeleble, dueña y señora de mi alma.
Sé que me he inventado miles de escayolas con los años para protegerla. A menudo me he visto pesada y torpe de tanto cargarla, prisionera de una armadura que, como antaño, me tocó llevar.
Se dice también que uno tiende a lo que le es familiar. El dolor se hace costumbre, la incomodidad se hace costumbre, la protección se hace costumbre, hasta el amor que ya no nos conmueve.
Y sin embargo hay tanta vida. Incluso una cicatriz tiene que cicatrizar, y desnudarse.
Libre, segura y hermosa, con la vida en cada pliegue por delante.

10 comentarios :

J.J. Jacobo dijo...

Gracias por otro regalo en forma de palabras. Sin esa cicatriz probablemente fueras otra Clo, y los que te queremos lo hacemos como eres, incluida tu cicatriz. Un beso

Claudia Souza dijo...

Gracias a ti, Maquinista, por seguir la historia y seguir navegando en estos lares. Otro beso.

Una dijo...

Por lo que leo, no sólo en este post, parece que esa cicatriz te ha marcado más en la mente que en el cuerpo.
Ánimo. Esas imperfecciones que todos tenemos son las que nos hacen únicos y especiales, seguro que tienes más cualidades que defectos. A estos últimos no hay que prestarles tanta atención, se crecen.

Claudia Souza dijo...

Aina: tienes razón, es una cicatriz que avanzó más allá del cuerpo, pero ya no es un defecto, es un sello de identidad.
Muchas gracias por tus palabras y por pasarte por aqui.
Un abrazo.

Juan Disante dijo...

Parecería que no todos quieren que sus cicatrices cierren. Tal vez permitan crear... si siguen abiertas.
Besos
www.juandisante@blogspot.com

Claudia Souza dijo...

Juan: es posible que escribiendo sobre las cicatrices se logre cerrarlas. Gracias por tus palabras. Más besos para vos.

curro dijo...

Vaya, no sabia yo de esta sensibilidad tuya al escribir, aunque me lo figuraba.
Un pelotudo sindical.

Claudia Souza dijo...

Pues Curro: me gustaría saber quién eres. Gracias por tus palabras, ya me acercaré a tu blog que me ha parecido muy interesante en primer vistazo.
Otra pelotuda (que no sindical)

curro dijo...

Bueno Claudia, no se como decirte quien soy, aunque ta vas a sorprender. En una ocasion te dije que al meterme con las mujeres que me encanta, me dijeron que era un pelotudo y tu te reiste mucho, de ahí lo de pelotudo. S lees mas cosas en mi blog veras que como me meto con las mujeres a veces pues me ponen verde, pero eso da igual. El nombre del blog me lo dijo mi mujer, que por eso vien a dar una vuelta y me quede sorprendido porque escribes muy bien, ademas de hacer las cuentas jejeje. Un saludo

Claudia Souza dijo...

Bueno, bueno: hoy estuve dandome una larga vuelta por tu blog. Me gustaron mucho tus reflexiones, aunque sí, es cierto, te metes mucho con las mujeres y no me extraña que te llamen pelotudo. Creo recordar que me lo dijiste (o me lo dijo usted) en un despachito tipo urna con pared de corcho, en la época en que llevaba cuentas. También te he reconocido en la frase "cuando la miseria entra por la puerta...." En fin, vaya sorpresa, una vez más y creo que de forma mutua, las apariencias engañan.