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21 abril 2009

De recuerdos postales

Cómo estás? Le decís a mis ojos cansados de recorrer una y otra vez las lineas de tus palabras.
Nuevamente hay paz, volvés a entregarte mientras sigo sumergida en las lineas de tus palabras.
Qué fue de esto? Le pregunto al silencio de las horas que pasan.
Y abriendo la puerta surco el recuerdo y te veo. Otra vez los veintipocos.
Estás temblando, como yo cuando no encuentro. Un invierno porteño te cobija en aquel bar. Te das la vuelta, te acercás. Me hablás de mundos que no entiendo, pero sonrío y asiento. Me gusta escucharte. Me gusta clavarte los ojos y que no sepas cómo actuar.
Estás todavía en esa fotografía mental que te nombra, sólo ese instante te guardé en mis años.
A veces, abierta en dos, contemplo alguna noche y vuelvo a recorrer las lineas de tus palabras.
A veces también despierto en vos, cuando apenas la luz sale, en el albor del día, en la aurora dormida aún.
Sólo me acuerdo, no te entusiasmes, porque seguís enseñándome que no cambia el horizonte.
Lo he visto moverse a oscuras, subiendo lentamente por mis mares.
El mundo no importaba si volvía a tus ojos. Se enmudecía mi tiempo, como ahora, que vuelvo a recorrer las lineas de tus palabras.
Una carta que atesoré sin intención, que dormía en el fondo de alguna valija.
No sé quién sos, ahora no lo sé.
Tampoco sé cuándo se perdió tu recuerdo. Supongo que el olvido deja espacio a la memoria.
El trozo de papel es el gran mago ahora. Vos no.

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