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21 abril 2009

De nocturnidades y otras verduras

Volver al mundo real después de tanto tiempo ha sido...Cómo diría...revelador. La noche de viernes que siempre es mágica. Los amigos que hace tiempo no ves, las copas, las miradas, alguna sonrisa camuflada, algún abrazo a hurtadillas... La chica del aseo que llora porque hace tres meses dejó a su novio tras seis años de relación, y resulta que se lo encuentra y él le suelta que nadie la querrá como él lo ha hecho. Se enjuga las lágrimas frente al espejo inmundo... Le echo un poco de agua en las muñecas. Se siente mejor. Y yo por dentro pienso otra cosa (no voy a largarle semejantes cuestiones) asi que le digo que se de permiso para llorarlo, que no pasa nada, llorar limpia y cura y que todo es cuestión de tiempo. En realidad tengo ganas de reírme un poco porque yo ya no navego en esos lagos, ni en las lágrimas ni en los amores eternos. Ni siquiera tengo síntomas de olvido. Actualmente soy la princesa que no cree en los cuentos de hadas, mucho menos en los principes encantadores o en los besos que la despiertan a una de algo. Cuando salgo del lavabo veo a mis dos amigos junto a la barra. Uno baila alocado con esa música que no hay forma de que me guste, el otro está dando un repaso a todo el local.
Miro a la gente... Apuro mi cerveza y decido dejarme llevar. Decido disfrutar de ese mundo que no es el mio.
Un cigarro, por favor. ...

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