Cuando me busques ya no he de estar.
Me encontraré surcando otros caminos.
Me encontraré colgando de los trenes con el cabello al viento y desabotonada en el escote la blusa.
Me encontraré gastando los zapatos que me compraste aquella vez, cuando aún podías quitármelos y hundir
tus vigorosas manos en mis cansados pies.
Para esta mañana ya habré partido
rumbeando y saboreando viajes alocados.
Con las alas abiertas, de par en par luminosas y blancas y enteras.
Con los ojos bien alegres, la sonrisa espléndida, el rostro pleno y candoroso y el alma en ciento ochenta.
El sueño y la rutina ya se habrán espabilado.
Estos años tiernos y hasta ayer tan mustios volverán a palpitar, a encender la esencia.
Y esta absurda melancólica, para cuando la busques, habrá comenzado a vivir.
Me encontraré surcando otros caminos.
Me encontraré colgando de los trenes con el cabello al viento y desabotonada en el escote la blusa.
Me encontraré gastando los zapatos que me compraste aquella vez, cuando aún podías quitármelos y hundir
tus vigorosas manos en mis cansados pies.
Para esta mañana ya habré partido
rumbeando y saboreando viajes alocados.
Con las alas abiertas, de par en par luminosas y blancas y enteras.
Con los ojos bien alegres, la sonrisa espléndida, el rostro pleno y candoroso y el alma en ciento ochenta.
El sueño y la rutina ya se habrán espabilado.
Estos años tiernos y hasta ayer tan mustios volverán a palpitar, a encender la esencia.
Y esta absurda melancólica, para cuando la busques, habrá comenzado a vivir.
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