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21 abril 2009

De canjes urgentes

Cambio corazón por coche. Sé que no es buen trueque. Mi corazón tiene más de mil puertas, está perfectamente acondicionado. Contiene música, cientos de ventanas y un parachoques a toda prueba. Es del 71 y los kilómetros no están manipulados pero el contador se paró hace rato. Hay mucha poesía en sus asientos, son un tanto sensibles, hay que tener cuidado de no hacerles daño, pero aguantan carros y carretas. La carrocería es de un material muy noble y las luces están siempre encendidas, nunca te dejará tirado, nunca hará quejar su motor. De la gasolina no te preocupes, ya verás lo que alcanza en reserva. Sólo hay que tener cuidado con el acelerador porque tiene demasiada potencia, se descontrola a veces aunque puedes confiar plenamente en la resistencia de su dirección, que no es asistida.
Las ruedas son de surcos profundos, con llantas de aleación étnica. No conoce de talleres, ni de chapa y pintura, ni el más hábil observador puede ver sus rasguños. Eso si, deberías pasarle la iteuve, sobre todo para ponerlo otra vez en circulación. Quizá te cobren bastante, no se nota a simple vista pero está bastante cascado. Lo he cuidado todo lo que he podido, pero a veces se me olvidaba en calles de cobardes o bajo lluvias de mentiras, alguna vez tuvo accidentes y se partió. Pero resiste a todo, te lo aseguro, incluso a aquella vez que lo dejé en la nieve y el motor se congeló durante una temporada.
Quiero un automóvil pequeño, con el que pueda ir ligera de equipaje, pero debe ser muy espacioso por dentro. En algo tendremos que compensar la diferencia.
Cambio corazón por coche, el coche me hace falta.

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