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05 febrero 2015

De fantasmas domésticos

"Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas.."
Defensa de la alegría. Mario Benedetti
Imágen: "Madre e hijo" Tamara de Lempicka
Víctor tiene cinco años y es el segundo hijo.
Espera a su madre, cada tarde, sentadito en la entrada a la casa familiar.
Sus grandes ojos sonríen y la abrazan en cuanto abre la verja. Después, no se despega ni un segundo de su lado. La invita a ver sus dibus, a colorear tirados en el suelo, a armar puzzles y bailar juntos recorriendo alocados el salón.
Más tarde un cuento con el baño tibio y espumoso, con los juguetes flotando alrededor de su hermoso cuerpecito, de su inerte cuerpecito.
Al primero le dio menos tiempo. Abrió adormilada los brazos y su apenas mes de vida se estrepitó contra el suelo.
Se culpa una y mil veces y no logra conjurar esas imágenes.
Una amiga la exorciza confesando misma pena.
Y ríen las dos, y brindan aliviadas por la vida.
Las madres siempre están fantaseando desgracias.

Para el lector paciente.

4 comentarios :

Salvador Quijada dijo...

Ojalá pudiesemos mantener siempre la alegría.
Es algo utópico.
Pero lo he leído diez veces.
La verdad es que engancha.
Me ha gustado mucho.
Gracias, Claudia.

Claudia Souza dijo...

Gracias a tí, Salvador: por leer lo que escribo y estar ahí. Muchas gracias.

Aristos Veyrud dijo...

Fantasear desgracias es un mecanismo de autodefensa inconsciente, que puede darse en los sueños como pesadillas, o en conductas sobreprotectoras que siempre están previendo cualquier peligro.
Es algo parecido a los simulacros de emergencias.
Saludos!!!

Claudia Souza dijo...

Gracias por su explicación, Don Arístos, por si a alguien no le queda claro. Muy buena su comparación con los simulacros, y gracias por quedarse.